GRACIAS PEÑA(2)

Mi llegada al Colegio Peñarredonda, tuvo lugar en Séptimo de E.G.B. al tiempo que la de un nuevo Director, D.Rafael Gonzalez Villalobos, todavía recuerdo sus ánimos en el Hall de entrada el primer día de clase. Me enviaron a la clase de 7ºA donde ya el primer día conocí a gente excepcional como Pablo Irimia, Luis Baldomir, Miguel Alonso o Alberto Portabales que hicieron que mi llegada al colegio no fuera nada traumática. Me dejo profundamente marcado la preocupación existente por el alumno tanto en clase como fuera de ella, ya desde el primer día y el primer minuto en el que D. Juan Freire profesor de Ingles y encargado de curso nos dio el discurso de bienvenida. Otro de los aspectos que me llamaron la atención, era como se primaba el esfuerzo del alumno, la amistad y el compañerismo, pues a todos los alumnos de la clase se nos dividió en tres equipos: Suzuki, Cylones y Pegasus para participar en la Olimpiada Escolar. La Olimpiada era una manera de premiar el esfuerzo, el trabajo y la laboriosidad, pues en cada momento se nos daban puntos por nuestro trabajo, nuestro comportamiento, y los resultados de las competiciones deportivas para premiar a los mejores al final del curso con los banderines, una especie de condecoración con la que se premiaban no solo a los mejores estudiantes, sino también a las mejores personas, a los mejores compañeros y a todos aquellos que ayudaban a cimentar las bases de un colegio mejor. La enseñanza era espectacular, debíamos memorizar todos los países del mundo y sus capitales, golfos, cabos montañas, ríos, y lo aprendí, sobrevivi y actualmente sigo recordando muchas de aquellas listas como los golfos de Europa, que eran: Botnia, Finlandia, Vizcaya, León, Génova, Tarento y Salonica. Y que decir de los profesores, ya he hablado de D. Juan Freire, mi primer tutor, a quien todavía recuerdo con cariño por sus sabios consejos, D. Ramón Roca nos impartía Matemáticas y Ciencias Sociales, y yo que tengo alergia a los números conseguí aprender las ecuaciones de segundo grado sin problema, Don Jose Antonio Barral era el filólogo del grupo, nos impartía Lengua y Literatura, y a vuestro sabio Juicio queda si me enseño a redactar bien o no, lo que si esta claro es que gracias a el tengo el cariño a la lectura que tengo ahora, D. Jose Manuel Lopez Pan era el científico en grado sumo, nos impartía Ciencias Naturales, y gracias a el aprendimos la importancia de respetar el medio ambiente. Por ultimo destacaba el ya fallecido D. Constantino Arias que al estilo Mcgyver nos enseñaba en clase de Pretecnologia a realizar todo tipo de trabajos manuales. Pero como ya dije en una entrada anterior, Peña no era solo el aprendizaje de conocimientos, además aprendí a apreciar el valor de la confesión frecuente, la importancia de la Eucaristía y el valor del Apostolado y la ayuda a las personas menos favorecidas, cualidades que me han ayudado infinitamente a navegar en las procelosas aguas del agitado Mundo que nos ha tocado vivir. En definitiva, solo me resta decir de nuevo: Gracias Peña.